Insomnio pediátrico

¿Qué es el insomnio pediátrico?

El insomnio es un trastorno del sueño que causa problemas para conciliar el sueño, permanecer dormido y despertarse demasiado temprano por la mañana. El sueño es fundamental para el desarrollo infantil, y puede causar problemas de salud o problemas de conducta.

El insomnio puede ser a corto plazo y durar algunos días o semanas; y puede estar relacionado con medicamentos, ansiedad por un suceso estresante o una enfermedad. Sin embargo, también puede ser una afección a largo plazo que afectará al niño durante toda la vida.

El insomnio puede ser crónico (constante y ocurre tres veces por semana durante un mes o más); cíclico (problemas para equilibrar los ciclos de vigilia y sueño que pueden aparecer y desaparecer durante toda la vida); o transitorio (generalmente dura menos de tres semanas).

Aunque es más frecuente en los adultos, los niños pueden presentar insomnio crónico. Se incluye el 10 % de los adolescentes (de 10 a 19 años de edad).

¿Cuáles son los diferentes tipos de insomnio pediátrico?

Existen dos tipos principales de insomnio:

Insomnio primario

El insomnio no se relaciona con otra afección. A veces, se denomina “insomnio psicofisiológico”. A menudo, implica malos hábitos de sueño; irse a dormir y despertarse en diferentes momentos; y pensamientos negativos o ansiedad respecto de quedarse dormido.

¿Cuáles son los signos y síntomas del insomnio pediátrico?

• Problemas de salud conductual, como depresión o problemas de concentración (pueden parecerse al TDAH)
• Dificultad para volver a dormirse una vez que el niño se despierta
• Somnolencia o adormecimiento excesivos durante el día
• Resistencia a dormirse o preocupación por la noche
• Dificultad para conciliar el sueño
• Despertarse durante la noche
• Despertarse temprano (mientras todavía está oscuro)

¿Cuáles son las causas del insomnio pediátrico?

El insomnio puede deberse a varios factores, incluidos los siguientes:

• Problemas de salud conductual, como trastorno bipolar o depresión
• Cafeína u otros estimulantes
• Factores ambientales (p. ej., temperaturas extremas y ruidos ligeros y fuertes)
• Determinadas afecciones médicas, como alergias, asma, eccema, fibromialgia, ERGE (enfermedad por reflujo gastroesofágico), dolores de crecimiento o enfermedad tiroidea 
• Determinados medicamentos, como los corticoides y aquellos que se usan para tratar el TDAH (trastorno por déficit de atención), la depresión y las convulsiones
• Trastornos del desarrollo neurológico, como el síndrome de Asperger o el autismo y las discapacidades mentales
• Trastornos del sueño, como la AOS (apnea obstructiva del sueño) y el SPI (síndrome de las piernas inquietas)
• Estrés