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El carcinoma folicular tiroideo es el segundo tipo de cáncer más frecuente de la glándula tiroidea. Representa aproximadamente del 5 % al 10 % de todos los diagnósticos pediátricos de cáncer tiroideo; por lo tanto, es mucho menos frecuente que el carcinoma papilar tiroideo.
Si bien se han identificado algunos factores de riesgo, la mayoría de los pacientes no tienen ningún factor de riesgo. Hay investigaciones en curso sobre las posibles causas genéticas del carcinoma papilar tiroideo; y los principales factores de riesgo conocidos de la enfermedad son los siguientes:
Se produce con más frecuencia en las mujeres y, entre la población pediátrica, las adolescentes corren un riesgo mayor.
Muchos niños no tienen ningún síntoma cuando reciben el diagnóstico o a medida que la enfermedad avanza. Por lo general, el carcinoma folicular tiroideo se detecta como un bulto o una inflamación en el cuello.
Los padres pueden notar lo siguiente:
A veces, se identifica solo de manera incidental después de que se indica un estudio radiológico del cuello por otro motivo y se observa una lesión en la glándula tiroidea.
La evaluación central del carcinoma folicular tiroideo incluye una visita inicial integral con un miembro del equipo de Enfermedades Tiroideas, así como una extracción de sangre para evaluar la función de la glándula tiroidea, una ecografía de la glándula y el cuello, y una biopsia por AAF (aspiración con aguja fina) del bulto tiroideo.
En función de los resultados de estos y de posibles estudios adicionales, se recomendará un plan de tratamiento.
As with all types of cancers, follicular thyroid carcinoma is caused by the reproduction of abnormal cells forming what is known as a tumor. The exact trigger for this growth is unknown.
El alcance del tratamiento quirúrgico y médico dependerá del alcance de la enfermedad.
El tratamiento inicial consiste en la extirpación quirúrgica de la totalidad o parte de la glándula tiroidea. El carcinoma folicular tiroideo tiene una tendencia a diseminarse a través de los vasos sanguíneos; y por lo tanto, es menos probable que se disemine a los ganglios linfáticos del cuello en comparación con el carcinoma papilar tiroideo y es más probable que se disemine a otros lugares, como los pulmones, el hígado y los huesos. Es posible que se requiera un tratamiento quirúrgico u otro tratamiento adicional para tratar toda enfermedad que se haya diseminado más allá de la glándula.
Una vez que se completa el tratamiento quirúrgico, se administra el tratamiento con yodo radiactivo. El tratamiento con yodo radiactivo implica tomar una píldora que se dirige al tejido tiroideo restante y lo elimina después de la cirugía. En casos poco frecuentes, es posible que se requiera quimioterapia o radiación externa para tratar una enfermedad extensa o residual.
El carcinoma folicular tiroideo tiende a crecer lentamente y suele responder bien al tratamiento. El pronóstico general para los pacientes pediátricos que tienen un carcinoma folicular tiroideo es muy bueno. El pronóstico de una persona depende de una serie de factores, por ejemplo, si el cáncer se diseminó a los vasos sanguíneos o fuera de la glándula tiroidea.
Aunque la enfermedad en sí misma es muy tratable, la enfermedad persistente y recidivante es más frecuente en la población pediátrica; y puede presentarse incluso décadas después del tratamiento inicial y después de un período prolongado durante el cual no hubo evidencia de la enfermedad. Por este motivo, es posible que se requieran varias intervenciones y varios tratamientos con yodo radiactivo; y el seguimiento a largo plazo es fundamental.
Aunque en realidad la enfermedad recidivante es más frecuente en los niños que en los adultos, los resultados en pacientes pediátricos con recidiva son mejores. Con el tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes con carcinoma folicular tiroideo pueden llevar una vida larga y plena.
Los pacientes necesitarán un seguimiento minucioso para controlar la recidiva de la enfermedad después de la cirugía. Generalmente, la terapia de reemplazo de la hormona tiroidea se toma por vía oral durante el resto de la vida del paciente para reemplazar la hormona que el organismo necesita, pero que ya no puede producir una vez que se ha extirpado la glándula.