La dedicación de un médico y el camino a la recuperación de un paciente

Cuando un bebé ingirió sustancias químicas cáusticas, el equipo de Children's Health se comprometió a ayudarlo a curarse


El 21 de enero de 2006, Brayden, de 21 meses de edad, bebió una sustancia química cáustica por accidente. La sustancia química le produjo quemaduras de tercer grado en la boca, el esófago y el estómago. Brayden fue ingresado de inmediato en un hospital de Tyler, Texas, donde lo sedaron y le colocaron un respirador para ayudarlo a respirar. El equipo médico del hospital se comunicó con Children's Health℠ para solicitar ayuda debido a la gravedad de la lesión de Brayden.

A causa de las inestables condiciones climáticas, el helicóptero de Children's Health no pudo aterrizar en Tyler ese día. Como el tiempo era crucial, el equipo de traslado de Children's Health buscó su avión pediátrico equipado médicamente y voló al aeropuerto de Tyler. Rápidamente prepararon a Brayden para el traslado, y, con su padre Justin a bordo, volaron de regreso al aeropuerto Dallas Love, donde una ambulancia esperó para llevarlo al Centro médico Children’s de Dallas.

Brayden fue hospitalizado en la UCI (unidad de cuidados intensivos), donde sus padres, Ashley y Justin, conocieron a Bradley Barth, M.D., gastroenterólogo pediátrico en Children's Health y profesor de Pediatría en UT Southwestern.

Ashley dice que, desde el principio, sabían que Brayden estaba en buenas manos.

“El Dr. Barth nos hizo sentir apoyados”, dice. “Escuchó mis inquietudes y fue compasivo y comprensivo en un momento difícil”.

Aun así, el estado de Brayden era crítico, y se lo alojó en la sala justo fuera de la estación de enfermería para que pudieran vigilarlo de cerca.

Después de cinco días, a Brayden se le quitó el respirador, y comenzó a respirar por su cuenta nuevamente. Al día siguiente, se lo trasladó de la UCI a la unidad de gastroenterología. Finalmente, después de solo dos semanas, Brayden volvió a su hogar, y su familia se mostró cautelosamente optimista de que podían dejar atrás el trágico accidente y seguir adelante.

Baches en la carretera y recuperación

Mientras se recuperaba, Brayden tuvo dificultades para comer. Tres semanas después de volver a su hogar, Ashley y Justin lo llevaron de regreso al Centro médico Children’s, donde los médicos descubrieron que el tejido cicatricial estaba cerrando su esófago. Realizaron lo que se conoce como dilatación esofágica para estirar las paredes de su esófago para permitir que los alimentos pasen, pero, debido a la mala condición, su esófago se perforó durante el procedimiento.

Brayden permaneció en el hospital durante las siguientes dos semanas mientras la perforación cicatrizaba. Cuando se le dio el alta y pudo volver a su hogar, el Dr. Barth y su equipo, incluido el anestesista David Bui, M.D., prometieron continuar buscando una solución a largo plazo para los problemas de esófago de Brayden.

Un año después, Ashley recibió una llamada telefónica del Dr. Barth. Acababa de regresar de una conferencia en la que conoció a un colega que podría tener una nueva solución para Brayden. El colega de Denver sugirió colocar un stent en el esófago de Brayden para evitar que se cierre. En ese momento, los stents esofágicos pediátricos no estaban fácilmente disponibles, excepto los creados por el cirujano/inventor. Ashley y Justin analizaron sus opciones, y, con el apoyo del Dr. Barth, llevaron a Brayden a Denver para que le colocaran el stent.

Su pequeño niño fue el 24.º paciente pediátrico del país en someterse al procedimiento.

El stent funcionó, pero, a los dos meses, se deslizó hacia el estómago de Brayden, y tuvo que reemplazarse. El Dr. Barth pensó que debía haber una mejor manera. Le contó a la familia de Brayden sobre un procedimiento en el que los médicos revisten el esófago con un compuesto llamado mitomicina C. Esta terapia disminuye el crecimiento del tejido cicatricial. El único riesgo: podría aumentar las probabilidades de Brayden de desarrollar cáncer de esófago.

Otra vez, Ashley y Justin se enfrentaron a una decisión difícil, pero finalmente decidieron que necesitaban pensar en la calidad de vida actual de Brayden y apoyarse en su fe para confiar su futuro.

El Dr. Barth aplicó dos dosis de mitomicina C en el esófago de Brayden. Desde entonces, su tejido cicatricial aún no ha vuelto a crecer. Ha pasado casi una década.

Un estudiante de secundaria en crecimiento y agradecido

En la actualidad, Brayden es un estudiante normal de octavo grado. Le gusta jugar al béisbol, pasar tiempo con sus amigos y comer sus comidas favoritas: bistecs y hamburguesas con queso. Su mamá bromea al mirarlo: “Nunca adivinarías que se saltó una comida o que tenía problemas de alimentación cuando era niño”.

Todavía tiene visitas regulares con el Dr. Barth para buscar cambios en el esófago, el estómago y el intestino delgado, y para detectar anomalías que pueden indicar cáncer. Hasta ahora, su salud está impecable, un hecho que Ashley no toma a la ligera.

“Siempre estaré agradecida a las personas que vinieron a trabajar y dieron tanto de su tiempo y dedicación para que mi hijo pudiera estar aquí hoy, sano y feliz”, dice.

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