Cuando Caroline tenía 3 años, viajaba con sus padres y comió un pretzel de un tazón que contenía nueces en la sala de espera de un aeropuerto. Poco después de abordar el avión, se le formó un sarpullido púrpura alrededor de la boca. Los padres le dieron Benadryl y no pensaron demasiado en ello.
“Fue en 1996”, dice Caroline. “Las alergias a los frutos secos no eran tan comunes como ahora, así que realmente no las tenía presentes”.
Sin embargo, unas semanas después, la niñera de Caroline le dio un sándwich de mantequilla de maní y jalea para el almuerzo, y Caroline lo escupió inmediatamente.
Se derivó a sus padres a un alergista, quien le diagnosticó a Caroline una alergia grave al maní. Ella y su familia aprendieron rápidamente a modificar su dieta, y su hogar, para mantenerla segura. Mientras Caroline crecía, aprendió a adaptarse en entornos sociales y en la escuela, pero, a menudo, no se sentía comprendida por sus compañeros y la escuela.
“Mis amigos no siempre entendían por qué no podía reunirme a ellos en un restaurante o celebración en particular debido a mi alergia, y mi mamá solía tener que informar a mis maestros y director sobre cómo protegerme en la escuela”, dice Caroline.
Un ensayo clínico sobre alergias alimentarias fortalece la confianza de Caroline
Cuando Caroline cumplió 16 años, su alergista le contó sobre un ensayo clínico para pacientes pediátricos con alergias al maní dirigido por J. Andrew Bird, M.D., director del Centro de Alergias Alimentarias de Children's Health℠ y profesor adjunto en UT Southwestern.
El objetivo del estudio era determinar si un niño podía desarrollar una tolerancia a su alergia al maní al ingerir una cantidad de proteína de maní que aumentaba gradualmente durante un período prolongado, un tratamiento experimental llamado OIT (inmunoterapia oral). Caroline se unió al estudio durante su último año de secundaria.
Durante su primera cita, el Dr. Bird y su equipo necesitaron determinar la cantidad de maní que Caroline necesitaría para experimentar anafilaxia. Hasta ese momento, Caroline había manejado su alergia al maní con la diligencia suficiente para evitar una reacción tan grave.
“Estaba en un entorno seguro y controlado con un equipo listo para responder, pero aun así era incómodo”, recuerda Caroline.
Se necesitó, aproximadamente, un tercio de un solo maní para causar una reacción, después de lo cual el Dr. Bird y su equipo administraron rápidamente medicamentos para revertir los efectos del alérgeno en el cuerpo de Caroline.
Después de permitir que su cuerpo se recuperara por completo, Caroline comenzó a tomar una cantidad medida de harina de maní, menor que la cantidad que causó su reacción inicial, todos los días durante dos semanas para ver cómo respondía su cuerpo. Si no tenía ninguna reacción, bajo la dirección del Dr. Bird, se aumentaba gradualmente esa cantidad cada dos semanas durante los siguientes meses.
Durante su participación en el estudio, Caroline tuvo otras dos reacciones graves y, finalmente, abandonó el estudio.
Caroline aún considera que el ensayo clínico es un punto crítico en su lucha contra la alergia, ya que les dio a ella y a su familia la tranquilidad de que, mientras se preparaba para ir a la universidad, el riesgo de una reacción grave a causa de rastros de maní era menor de lo que esperaban originalmente.
“Definitivamente lo considero un éxito, aunque no me haya ‘curado’ la alergia”, dice Caroline. “Me enseñó mucho sobre cómo funciona mi cuerpo para combatir esta alergia y cómo reacciona, lo que me preparó mientras entraba en la adultez”.
Caroline se desarrolla bien en la adultez
Caroline se graduó de la universidad con una licenciatura en Justicia penal y Español, se casó con Tyler, un capitán de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y espera su primer hijo para febrero. Sigue estando alerta mientras controla su alergia al maní, pero insiste en que su alergia es solo una parte de su vida y que no la define.
Desde que se convirtió en cónyuge de un militar, espera identificar oportunidades para compartir sus experiencias con otras familias de militares que lidian con alergias alimentarias. Espera encontrar más formas de aumentar la concientización sobre las alergias alimentarias y recursos en la base para ayudar a otros.
“Al igual que cualquier persona con una enfermedad crónica, nuestra vida es mucho más que solo eso”, dice Caroline. “Espero que, al escuchar sobre la vida muy normal que tengo, otras familias esperen que sus hijos con alergias alimentarias también puedan prosperar como yo”.
Obtener más información
El Food Allergy Center at Children's Health es el único centro de alergias alimentarias pediátricas afiliado al ámbito académico en el norte de Texas. Ofrecemos pruebas, diagnóstico y tratamiento integrales para las alergias alimentarias y acceso a investigaciones y ensayos clínicos innovadores destinados a desarrollar nuevos tratamientos para niños con alergias alimentarias. Obtenga más información sobre nuestro programa y servicios de alergias alimentarias.
¿Le interesa participar en una investigación sobre alergias alimentarias? Comuníquese con nosotros.
¡Gracias!
Ahora está suscrito al boletín familiar de Children's Health.
Children's Health no venderá, compartirá ni alquilará su información a terceros. Lea nuestra Política de privacidad.