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Epidermolysis bullosa (ep·i·der·mol·y·sis - bul·lo·sa) or EB is a rare genetic disease characterized by the presence of extremely fragile skin and recurrent blister formation, resulting from minor mechanical friction or trauma. Esta afección no es contagiosa.
En el caso de una EA grave, las ampollas no se limitan a la piel externa. Pueden desarrollarse en los tejidos blandos (membranas mucosas) dentro del cuerpo, como las paredes de la boca, el esófago, el estómago, los intestinos, los pulmones, la vejiga y los genitales. Generalmente, el grado de afectación del tejido que sufre una persona depende de la gravedad de la enfermedad y el subtipo presente.
Existen tres formas principales de EA hereditaria; y los diferentes subtipos se definen por la profundidad de la ubicación de la ampolla dentro de las capas de la piel.
Para identificar adecuadamente la profundidad de la ubicación de la ampolla en la piel, un dermatólogo debe realizar una biopsia de piel. Este procedimiento incluye anestesiar un área y tomar una pequeña muestra de piel (aproximadamente 4 mm) para examinarla al microscopio.
Debido a que la EA afecta a muchos sistemas del organismo, los padres y los profesionales de la salud deben adoptar un enfoque de equipo para el tratamiento de un paciente con EA. A menudo, se debe proporcionar atención intensiva y total al paciente, especialmente en los niños pequeños.
Las formas graves de EA requieren cuidados de enfermería especializados, es decir, una atención meticulosa similar a la que reciben los pacientes quemados. Con frecuencia, gran parte de esta atención es proporcionada por los padres. Sin embargo, la educación de todas las personas que tienen contacto con el paciente es esencial. Entre estas personas, se incluye el médico de medicina primaria; el dermatólogo; el enfermero; el odontopediatra; el especialista en enfermedades gastrointestinales (digestivas); el nutricionista; el cirujano plástico; el psicólogo o el trabajador social; el asesor genético; y los maestros, los familiares, las niñeras y demás.
Aunque no hay cura para la EA, muchas complicaciones pueden reducirse o evitarse mediante una intervención temprana. En todos los casos, el tratamiento de la EA está dirigido a los síntomas y es en gran medida de apoyo. Esta atención debe centrarse en la prevención de infecciones; la protección de la piel contra traumatismos; la atención a las carencias nutritivas y las complicaciones alimentarias; la reducción de las deformidades y las contracturas al mínimo; y la necesidad de apoyo psicológico para toda la familia. Muchas personas que presentan formas más leves tienen síntomas mínimos y pueden requerir poco tratamiento o ninguno.