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Los trastornos de tics son afecciones neurológicas marcadas por movimientos y sonidos musculares repetitivos e involuntarios. Un ejemplo de trastorno de tics es el síndrome de Tourette. Con los trastornos de tics, el niño sentirá la necesidad de realizar actos inusuales, como parpadear, oler o hacer sonidos.
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Los trastornos de tics causan movimientos involuntarios que pueden desencadenarse durante períodos de ansiedad, excitación o estrés físico. Los tics pueden variar en frecuencia, ubicación y gravedad a lo largo de los años. Por lo general, los tics motores se desarrollan antes que los tics vocales.
Los niños con trastornos de tics pueden dejar de realizar estos movimientos brevemente, pero finalmente se ven obligados a hacerlos. Si los tics se controlan durante más de unos segundos, la necesidad de realizar el movimiento se hace cada vez más fuerte.
Los trastornos de tics suelen diagnosticarse entre los 3 y los 9 años de edad y los síntomas duran toda la vida, aunque a menudo desaparecen a los 20 años.
Los hombres se ven afectados aproximadamente tres a cuatro veces más que las mujeres.
Los síntomas de un trastorno de tics suelen empeorar en los primeros años de la adolescencia e incluyen los siguientes:
Los médicos observan a los pacientes y estudian sus antecedentes médicos para diagnosticar un trastorno de tics. En la mayoría de los casos, no solicitan pruebas fuera de la sala de examen.
Para recibir un diagnóstico del síndrome de Tourette, una persona debe tener antecedentes de por lo menos dos tics motores (movimientos) y un tic vocal durante más de un año.
Las investigaciones no son concluyentes sobre las causas de los trastornos de tics.
Se utilizan tratamientos basados en la orientación para tratar a algunas personas con trastornos de tics. Los medicamentos también pueden ser útiles.