Cuando Tina Myers recibió una llamada del entrenador de gimnasia de su hijo en septiembre de 2015, escuchó una noticia inquietante: su hijo Phillip, que en ese momento tenía 13 años, se había lesionado durante la práctica. Se había caído sobre el tobillo, y algo no andaba bien. Habría sido una noticia aterradora para cualquier padre, pero para la madre de una atleta de élite era especialmente alarmante. La Sra. Myers recogió a Phillip de inmediato y lo llevó a la sala de urgencias del Centro Médico Children’s de Plano.
Esa noche, estaba de guardia el Dr. Dustin Loveland, cirujano ortopédico del Instituto Andrews de Ortopedia y Medicina Deportiva de Children's Health℠. Después de evaluar las radiografías, el Dr. Loveland dio la noticia de que el tobillo de Phillip necesitaría una cirugía. “Aunque no es una lesión poco frecuente en deportistas jóvenes, la fractura se encontraba debajo de la placa epifisaria y por encima del cartílago, por lo que era un poco desafiante”, explicó. “Colocar el hueso en su lugar es como enhebrar una aguja”. Antes de someterse a la cirugía, la Sra. Myers declaró con naturalidad: “Haga lo que tenga que hacer, pero tenga en cuenta que Phillip es un muy buen gimnasta y quiere estar en los Juegos Olímpicos”.
El Dr. Loveland colocó con éxito dos tornillos en el hueso, y Phillip regresó a casa con un yeso para recuperarse durante las cuatro semanas posteriores. Un día, la Sra. Myers le mostró al Dr. Loveland un video de Phillip haciendo su rutina. “Fue entonces que me di cuenta de que no estaba exagerando”, recuerda el Dr. Loveland. “Es un atleta de nivel 10 y uno de los mejores que he visto para su grupo etario”.
Phillip, por su parte, fue el paciente modelo. Nunca perdió s sonrisa y siguió las instrucciones de la rehabilitación al pie de la letra, como lo haría con una rutina de gimnasia. En diciembre, cuando el hueso se había recuperado por completo, el Dr. Loveland le quitó los dos tornillos del tobillo, y Phillip estaba listo para “levantarse después del traspié”. La Sra. Myers conservó los tornillos para la posteridad.
Para el Dr. Loveland, que ha visto numerosas lesiones deportivas a lo largo de su carrera profesional, conectarse con pacientes como Phillip consiste en devolverles una salud óptima para que puedan volver a perseguir sus sueños. “Una de las mayores satisfacciones de mi trabajo es ver a mis pacientes volver al campo”, dice. “De hecho, pienso ver a Phillip en un encuentro de gimnasia próximamente. No me sorprendería en lo más mínimo si lo viéramos en el equipo olímpico de EE. UU. en algún momento”.
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