A Luis le diagnosticaron retinoblastoma, un inusual cáncer de retina, cuando tenía tan solo 7 meses de edad. Es un día que su madre, Crissty, jamás olvidará por dos motivos. Primero, lo evidente: fue el día en que los términos “cáncer”, “quimioterapia”, “índice de supervivencia” y “pronóstico” ingresaron en su vocabulario. Pero más allá de eso, también fue la primera vez que Luis le dijo “mamá”. Como es comprensible, a Crissty le gusta enfocarse en el último hito.
Aun así, mirando hacia atrás, ahora se da cuenta de que el diagnóstico y el tratamiento formaron parte del recorrido de su hijo para convertirse en el curioso e increíble joven, y autor publicado, que es hoy, un niño ahora sano y próspero que sigue inspirando a los que lo rodean.
“Luis es como un ángel para mí”, dice Crissty. “El cáncer fue una experiencia tan grande para ambos, y siempre lo ha tratado con mucha inteligencia y mucho más allá de sus años”.
El retinoblastoma generalmente se diagnostica antes del tercer año del niño. Aunque el pronóstico es muy bueno cuando el cáncer se detecta antes de que se haya extendido, a menudo los médicos deben extirpar el ojo afectado, como en el caso de Luis. Aunque no recuerda sus visitas iniciales a Children's Health℠, solo era un bebé durante la cirugía y el tratamiento de quimioterapia posterior, Luis sigue siendo paciente del programa ACE (experiencia después del cáncer), cuyo objetivo es proporcionar monitorización a largo plazo para niños, adolescentes y adultos jóvenes supervivientes al cáncer infantil.
Han pasado más de 10 años desde su último tratamiento de quimioterapia y tiene un sólido sistema de apoyo de familiares, profesores y amigos. Pero no siempre ha sido fácil. En primer grado, Luis fue acosado por compañeros de clase por su ojo de vidrio. Sin embargo, al igual que su estilo, en lugar de dejarlo engañar, utilizó esas experiencias como inspiración para su primer libro publicado, Todd the Odd Boy, una historia sobre acoso, perdón y redención. Para Luis, la escritura sirve como forma de curación y expresión positiva.
“Escribir calma la mente y me hace sentir feliz”, dice Luis. “Quería expresar mis sentimientos sobre mis experiencias con tanta esperanza que las personas que puedan tener los mismos problemas que yo se sentirían felices y hablarían de sus sentimientos”.
Luis tiene planes de escribir más libros para animar a más personas, pero también tiene sus miras puestas en una carrera profesional que tenga un impacto ligeramente diferente, como la de científico.
“Cuando tenía 8 años, visité un museo de ciencias que tenía una exposición interactiva de ADN”, dice. “Desde entonces, he querido ser científico para trabajar en el descubrimiento de curas para el cáncer como el mío y la enfermedad de Alzheimer, así como para otras afecciones”.
Se puede decir mucho sobre la notable historia del espíritu de lucha y la sabiduría de Luis más allá de sus años, después de haber luchado contra el cáncer a una edad tan temprana. Pero quizás lo más increíble de su historia es cómo sigue soñando a lo grande y tiene un impacto tan positivo en todos los que lo rodean.
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