Cuando Ellie nació en marzo de 2013, parecía una niña sana, y no daba indicios de que hubiera algo malo. Sin embargo, después de desaprobar el examen de audición de rutina para recién nacidos, derivaron a su familia al Programa pediátrico de implantes de cóclea de la Universidad de Texas en el Children's Health℠ para que le realizaran más pruebas y evaluaciones. Poco después, los médicos determinaron que Ellie tenía una pérdida de audición neurosensorial profunda y era sorda debido a una mutación de un gen llamado conexina 26, la causa genética más frecuente de sordera en niños, y era una buena candidata para que un implante coclear la ayudara a oír.
“Un implante coclear es un dispositivo que se coloca debajo de la piel y se une a un componente llamado matriz de electrodos, que es un pequeño cable que entra en la cóclea, la parte del oído interno que ayuda a escuchar”, afirma el Dr. Brandon Isaacson, otólogo pediátrico y neurootólogo de Children's Health℠. “Por lo general, es eficaz en pacientes con pérdida de audición de grave a profunda, o en aquellos que usan audífonos, pero que aún no pueden oír o no oyen muy bien”.
Ellie y su familia se reunieron con un equipo multidisciplinario de especialistas que incluían un audiólogo, un patólogo del habla, un trabajador social y un cirujano de implantes cocleares para asegurarse de que entendieran las necesidades particulares de los pacientes con implantes cocleares y qué esperar antes y después de la cirugía.
“En Children's Health℠, tenemos el beneficio de contar con todos estos profesionales en un solo lugar para que el paciente pueda ser examinado y realice sus evaluaciones de manera eficiente”, dice el Dr. Kenneth H. Lee, otólogo pediátrico de Children's Health℠.
Como la pérdida de audición de Ellie era tan grave, se la sometió a una cirugía para colocar implantes cocleares en ambos oídos simultáneamente cuando tenía solo 8 meses. Se fue a casa al día siguiente y tres meses después de la cirugía, se activaron sus dispositivos, lo que le permitió escuchar por primera vez en su vida.
Durante el transcurso del año siguiente, Ellie y su familia trabajaron con terapeutas del habla en el Callier Center y Children's Health℠ para desarrollar sus habilidades comunicativas. Para cuando cumplió 2 años, su desarrollo del lenguaje solo estaba unos meses más atrás de lo que se espera de un niño de su edad con audición típica.
“Nos complació que apenas un año después de la activación, solo tuviera un retraso de entre dos y cuatro meses en su desarrollo del lenguaje, lo cual es genial, teniendo en cuenta que originalmente creíamos que nunca podría oír, hablar o escuchar”, dice la madre de Ellie, Stephanie. “Estamos muy orgullosos de ella y de su progreso”.
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