A los 9 años de edad, Rebecca ya se había sometido a ocho cirugías para corregir el labio leporino, una deformidad craneofacial congénita que afecta a alrededor de 1 de cada 700 recién nacidos en los EE. UU. Ahora, a los 17 años de edad, ha tenido tres cirugías más y tiene una intervención final programada para diciembre. Ha lidiado con desafíos, físicos y emocionales, que ningún niño debería tener que enfrentar. A pesar de todo, si hay una palabra que la describe es “fuerte”.
Ha sido paciente del Centro Fogelson de Cirugía Plástica y Craneofacial de Children's Health℠ durante seis años y dice que agradece que todos, desde los médicos hasta los conserjes, sean tan amables, cordiales y siempre trabajen las 24 horas para asegurarse de que se sienta cómoda y tenga lo que necesita.
No siempre fue fácil. Rebecca sufrió el acoso y las miradas groseras, pero desde un principio se dio cuenta de que no valía la pena preocuparse por lo que dicen los demás. En su lugar, quiere usar esas experiencias para ayudar a los demás. Este año, trabajó como asesora junior en Camp Amigo, un campamento para pacientes con diferencias craneofaciales, como labio leporino o fisura palatina. Asistió por primera vez como campista y dice que fue ahí cuando se dio cuenta por primera vez de que no estaba sola en su lucha.
“Mi primer año como campista, hice una amiga en cinco minutos”, dice. “Tenía 14 años y fue la primera vez que tuve la oportunidad de conocer a otros niños que se veían como yo. Fue muy reconfortante compartir nuestras experiencias similares y saber que todos realmente entendíamos por lo que estaban pasando los demás. Formé lazos muy fuertes que todavía mantengo en la actualidad”.
Rebecca regresó a Camp Amigo este año como asesora junior y dice que la experiencia del campamento, aunque diferente, fue igual de estimulante.
“Quiero servir como modelo a seguir para los campistas más jóvenes, ya que nací con labio leporino como muchos de ellos; quiero mostrarles que, independientemente de lo que pase, van a estar bien”, dice. “No será fácil. Tengo solo 17 años, pero soy fuerte y ellos también pueden serlo.
Después de graduarse, Rebecca quiere seguir una carrera profesional para ayudar a los niños, reconocer la forma en que sus experiencias únicas la equipan para trabajar con otros niños que luchan porque se ven diferentes de sus compañeros. Pero, por ahora, se centra en disfrutar de su último año, lo que incluye asistir el baile de bienvenida de su escuela y pasar tiempo con amigos.
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