Las experiencias adversas en la infancia tienen efectos duraderos en la salud

Conozca cómo las evaluaciones y los tratamientos de salud conductual pueden ayudar a los niños y a las familias a sobrellevar las ACE (experiencias adversas en la infancia).


¿Alguna vez se preguntó por qué algunas personas parecen sufrir más dificultades que otras? Quizás conozca a alguien que perdió su trabajo. Más o menos al mismo tiempo, descubre que tiene un problema de salud importante. ¿Es solo una racha de mala suerte?

Es posible que esta serie de desgracias no tenga nada que ver con la suerte, sino que sea el resultado de hechos que ocurrieron años antes.

¿Qué son las experiencias adversas en la infancia?

Las experiencias adversas en la infancia, o EAI, son experiencias negativas que generan estrés en un niño y pueden conducir a otros resultados negativos para la salud a medida que estos crecen. A su vez, los resultados negativos para la salud pueden tener un impacto conductual, emocional y físico duradero en la vida de una persona, lo que da lugar a múltiples contratiempos.

“Las vías cerebrales son muy flexibles, por lo tanto, un entorno muy estresante afecta la estructura cerebral en desarrollo del niño por la liberación continua de hormonas del estrés”, explica Sue Schell, vicepresidenta y directora clínica de Salud Conductual de Children's Health℠. “Cuando el estrés se mantiene en el tiempo, se vuelve tóxico, y afecta la salud y el desarrollo emocional”.

Romper el ciclo de las EAI

Schell forma parte de un equipo de profesionales de la salud de Children's Health℠ que ayuda a las familias a manejar los efectos de los EAI a través de un programa integrado de salud conductual. A través del programa, los pediatras identifican a los niños con sospecha de problemas de salud conductual y los derivan para una evaluación posterior, que incluye una detección de EAI para identificar el tratamiento necesario.

El equipo de salud conductual de Children's Health℠ realiza exámenes de rutina para detectar fuentes de estrés tóxico en pacientes jóvenes, que incluyen:

  • Pobreza
  • Abuso físico, emocional o sexual
  • Tener un familiar en prisión
  • Casos de drogadicción o alcoholismo en el hogar
  • Pérdida de un cuidador por divorcio, muerte o encarcelamiento

A través del programa de salud conductual, asesores profesionales autorizados, trabajadores sociales y asesores sobre matrimonio y familia se asocian con pediatras de toda la comunidad para tratar, asesorar, educar y derivar a las familias según sea necesario, a fin de romper el ciclo de los efectos negativos continuos sobre la salud que causan las EAI.

 Las EAI son una cuestión familiar

Los efectos de las EAI no se limitan al niño. Muchas veces, hay varias generaciones de pobreza, estrés y trauma, y los propios padres no tienen las habilidades necesarias para sobrellevar esto, por lo que no pueden ayudar a su hijo.

Un estudio original de EAI se centró en adultos. Se observó que cuantos más factores estresantes soportaba una persona en la infancia, más probable era que tuviera problemas de salud graves, como enfermedades cardíacas.

Ahora, el objetivo es abordar los problemas a medida que ocurren durante la infancia para evitar los efectos negativos más adelante en la vida. “Intentamos identificar problemas en tiempo real, cuando se producen en la vida del niño, para poder intervenir”, explica Schell. “Ahora sabemos que, si podemos ayudar al niño y a su cuidador adulto a construir relaciones saludables y reducir el estrés del entorno, podemos cambiar la forma en que se desarrolla su cerebro y se crean las vías neuronales, y, entonces, cambiar la manera en que su cuerpo responderá al estrés en el futuro”.

Una situación común es la de un niño que tiene dificultades en la escuela, y esto genera la inquietud de que tenga TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). El pediatra deriva al niño a los profesionales de la salud conductual, que evalúan la situación y descubren que el estrés diario o algún suceso traumático pasado está afectando su comportamiento. Luego, trabajan con el cuidador y el niño para comprender la situación y crear un entorno más estable. Esto puede incluir la introducción de habilidades de cuidado personal, atención plena y técnicas de relajación, así como educación sobre nutrición, higiene del sueño y bienestar.

“Se le enseña al padre al mismo tiempo que se le enseña al niño”, dice Schell. “Todo está relacionado; podemos ayudar al cuidador a encontrar recursos para aprender a afrontar diferentes situaciones, y eso, a su vez, ayuda al niño”.

Para obtener más información sobre experiencias adversas en la infancia y el impacto que pueden tener en su hijo o en un niño que conoce, hable con su médico de medicina primaria.

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